¡Pues ya está! ¡Ya he roto la racha otra vez! Ahora me toca condensar TRES MESES de turra en un solo illusjournal que se va a hacer larguííííííísimo y que no os vais a leer (y con razón). Una lástima, porque desde la última entrada he hecho muuuchas cosas interesantísimas como confinarme por coronavirus (sí, lo pillé otra vez), montarme un servicio de streaming de vídeo en casa, irme de viaje a Bélgica, pulular por Mastodon, reparar cosas rotas, dibujar tres cartelacos y conseguir trabajo en un restaurante de ramen. ¿Qué? ¿Qué no os interesa nada de eso? Ah bueno, pues nada, me quedaré aquí yo solo contándoselo a esta piedra multidimensional con ojos saltones…
Confina2: Electric Boogaloo
¿Os acordáis de cuando iba a montar stand a eventos frikis por Españita hasta que llego un puto virus y lo jodió todo con una pandemia? Bueno, pues mi amiga Julia es una valiente, y en cuanto comenzaron a levantar las restricciones y se volvieron a celebrar los eventos, allá que fue de cabeza a todos los que ha podido. El problema es que ella no tiene coche, y aunque se las suele apañar bien con el transporte público, me pidió el favor de llevarla con el mío a la ComarCon de Torrevieja porque era menos lío y de paso hacerle compañía y ayudarle con el stand. Y pues a mí, como el cuerpo ya me comenzaba a pedir un poco de sociabilización artística, pues le dije que sí y allá que fuimos.
A pesar de algunos imprevistos (como que Julia se quedara dormida el primer día que fui a recogerla), el evento estuvo muy chachi. Julia me prestó un huequito de la mesa para poner en venta algunas pegatinas (que por cierto, se vendían mejor cuando yo no estaba presente xdd) y yo aproveché mis ratos de salir del stand para hacer nuevos contactos y comenzar a fraguar la Meriendraw Alacant como si de un captador me tratase. Mención especial a Adrián y a Albi, artistas muy majetes colindantes a nuestro stand con quienes estuve charrando y sacando fotos con mi Game Boy Camera (luego se las imprimí con mi Game Boy Printer para que se la llevaran de recuerdo).
Lo malo vino después, cuando Julia me dijo al día siguiente de la ComarCon que su padre había dado positivo en COVID y que me hiciera un test por si acaso me lo hubieran podido contagiar. Tras el primer día del evento, comencé a notarme cierto ardor de garganta, pero sin ningún otro síntoma presente (especialmente ninguno que se pareciera a la primera vez que pasé COVID), lo achaqué a que se trataría de una irritación de tanto hablar en tono elevado (la música en los eventos suele estar muy alta) y no le di importancia. Error. Fue hacerme la prueba de antígenos, nada más levantarme y dar positivo.
Ante tal situación, y para no contagiar a mis padres, hice una maletica (técnicamente eran bolsas con cosas, pero se me entiende) y me piré a confinarme al Corralet, un local en casa de mi abuela que utilizo habitualmente para guardar todos mis trastos para quedar con mis colegas y que está provisto de las condiciones mínimas para poder vivir ahí (electricidad, agua, cama, baño…). Acordamos que mi madre me traería la comida hasta que diera negativo para volver a casa, y excepto por el tremendo catarro que llevaba encima (embotamiento, mucho moco…), en general no se diferenciaba mucho de mi rutina habitual.
Me pasé casi todos los días frente al ordenador haciendo cosas. La más destacable fue que, como ya me veía venir el resultado de la votación de mayo de mis mecenas de Patreon, comencé a descargar toda la serie de Shinchan con doblaje español de Españita y a ordenarla con metadata en mi servidor de Jellyfin (es como una especie de Netflix pero con contenido autogestionado). El problema es que, como soy muy maniático, me he propuesto dividirla entera por segmentos (cada capítulo suele tener tres segmentos) para que su visionado sea más cómodo y accesible, lo cual implica recortar manualmente unas veinticinco temporadas… Conseguí finiquitar dos, y el resto de momento las estoy recortando y subiendo a medida que me voy viendo la serie. Ahora mismo voy por la cuarta temporada, así que aún me queda bastante hasta terminarla entera.
Otra cosa que hice durante el confinamiento fue verme el último YourMovieSucks de Adam Johnston sobre el remake de El Rey León y de por qué es un proyecto espantoso sin ningún respeto a la obra original. Dura CASI TRES HORAS, pero si detestáis Hollywood y amáis los dibujitos animados tanto como yo, es divertidísimo y se pasan volando (eso sí, hace falta saber inglés). Otro suyo que me vi en su momento y que me gustó mucho fue el de Kimba el león blanco, donde no solo reseña la obra completa (anime, manga y películas), sino que también explica detalladamente por qué El Rey León no es un plagio de Kimba, desmintiendo lo que mucha gente tiene entendido (hasta Los Simpsons clásicos).
Otro canal de Youtube al que me he aficionado a raíz de la confinación ha sido el de Philosophy Tube (llego tarde, ya lo sé), en el que la actriz trans Abigail Thorn últimamente se dedica a diseccionar materias relacionadas con la sociología y la política contemporáneas desde una perspectiva progresista, pero en el que también se pueden encontrar (rebuscando en etapas más antiguas donde aún no había transicionado) introducciones a filósofos históricos, reflexiones sobre preguntas existenciales, etc… Su estilo ensayístico adornado con cuidadas escenografías y aplicado con performatividad me recuerda al de perfiles como Contrapoints o PutoMikel, también creadores de contenido pertenecientes al colectivo LGTBI+ y con cerebros gordos tamaño galaxia. ¡Seguidles, seguidles!
Eurovision Party: Bélgica Edition
Aunque a penas nos veamos, aunque nos separe la distancia, hay una pequeña tradición con mis colegas Lidia y Alexei que siempre intento respetar: reunirnos para ver Eurovisión. A mí nunca me había interesado especialmente el festival, pero desde que me enrolaron en 2017 (el año del gallo) y pasarlo tan bien, que me comencé a convertir en un eurofán más. Desde entonces, hemos quedado sin falta cada una de las siguientes ediciones (menos la de 2020 que se canceló porque jaja, pandemia).
Este año no iba a ser menos, aunque había un hándicap extra: Lidia ahora vive en Bélgica. «Bueno, pues no pasa nada, se pilla un vuelo y chim pum». Otro hándicap: Alexei no tenía la documentación para viajar en avión disponible por *movidas burocráticas*, así que no podíamos pillar el vuelo con antelación porque no sabíamos si se la devolverían a tiempo. A todo esto hay que sumarle un tercer hándicap: el viaje solo podía durar un fin de semana (del viernes 13 al lunes 16 de mayo) porque Lidia y Alexei no se podían pillar más días de vacaciones, lo que dificultaba proponer planes de viaje más laxos que implicaran mayor tiempo de desplazamiento (coche, tren, autobús…) con paraditas para descansar. Total, que después de pasar un mes muy tenso, buscando algún Plan B que no nos disparara el precio o las horas de viaje, y mentalizándonos ya en que tendríamos que hacer la quedada por videollamada (como hicimos en 2021 porque jaja, pandemia), JUSTO LA SEMANA DE ANTES, le devuelven el pasaporte a Alexei. El timing perfecto. Así que corrimos a reservar los billetes (que costaban el doble que al principio, pero a estas alturas no nos vamos a poner tacaños) y comenzamos a planificar el viaje.
Por suerte, desde Alicante hay un vuelo prácticamente directo a dónde vive Lidia, así que en eso no nos tuvimos que complicar mucho. El padre de Alexei nos llevó a él y a mí al aeropuerto, y matamos el tiempo charlando sobre anarquismo y trabajos de mierda mientras nos comíamos un plato de patatas prácticamente sin tocar que cogí de una mesa abandonada (mejor que acabe en nuestra panza que en la basura, oiga). El viaje en avión fue bien, aunque estaba a rebosar y no pudimos hacer cambio de asientos para sentarnos juntos. A mí me tocó al lado de un matrimonio de ancianos muy majo, mientras que a Alexei le tocó al lado de una pareja que no paraba de manosearse (xdd). Una vez aterrizados, y tras esperar a que Alexei pudiera escapar de la encerrona que le habían hecho dos personas con silla de ruedas en el pasillo del avión, nos reunimos con Lidia y Chicho (su novio) en el chiquitajo aeropuerto de Maastricht. Pillamos un autobús hacia la ciudad para hacer un poco de turismo y cenar algo, con la casualidad de que nos encontramos que habían montado una feria por el centro. Como llegamos sobre las 21:30, toda la hostelería estaba comenzando a chapar (estos norteños y sus horarios diurnos…) y nos tocó conformarnos con un Dominos Pizza que cerraba a las 23:00, donde yo me pillé un bocata. Luego fuimos a dar una vuelta por la feria, nos montamos en un par de atracciones, tomamos una copa en una terracita y marchamos a pillar un furgo-taxi para casa (a Lanaken), no sin antes encontramos con un lanzamiento de fuegos artificiales aparentemente ilegal (acudieron dos coches de policía) para rematar la noche. En cuanto llegamos a su casa, me hicieron un pequeño tour del piso, sacamos a pasear a su adorable perrito Ponyo y nos las apañamos para inflar el colchón hinchable en el que me tocaba dormir (tenía un motor que lo inflaba automáticamente, pero le faltaban las pilas gordotas; yo intenté hacer un apaño a lo McGuiber con pilas pequeñas y papel de aluminio que no dió resultado, pero por suerte Chicho tenía un inflador de globos eléctrico que me salvó de dormir con Alexei en el sofá).
A la mañana siguiente nos fuimos de excursión a pasear al lado del río. Por allí casi todo el mundo se desplaza en bici, así que casi no hay coches y se disfruta del silencio. En cuanto te alejas un poco, las calles están rodeadas de vegetación, árboles enormes y boñigas de vaca, y el diseño de las casas es muy variado, con fachadas muy bonitas. Encontramos una pelota medio pocha con la que estuvimos jugando, vimos a gente montando en kayak, a vacas beber agua y pasamos por el cementerio local para descansar a la sombra y atajar un trecho a la vuelta. Luego nos fuimos a comprar cosas para la gran noche eurovisiva, y como a Lidia no le gusta beber agua de grifo, tuvimos que cargar con varias garrafas a pie desde el súper hasta casa bajo un sol abrasador. Yo compré mucha cerveza. Demasiada cerveza. Una vez descargado todo, nos fuimos a comer (a las 17:30 de la tarde, porque somos un poco desastre) a un puesto de patatas fritas (y hamburguesas). Por si no lo sabéis, las patatas fritas, las clásicas de bastón, son muy típicas en Bélgica, hasta el punto de que en las señales de «prohibido comer» que se ven en autobuses y otros lugares, el dibujito que sale tachado, es el de un cono de patatas fritas. Como siempre que viajo a algún sitio me gusta pedir gastronomía lo más local posible (le preguntamos al dependiente y todo xdd), yo elegí una ración de patatas con una salsa especial, una salchicha rebozada y un pincho con trozos de carne (ya no me acuerdo de cuál). ¡Todo muy rico aunque nada extraordinario! El resto de la tarde la dedicamos a descansar (excepto Alexei, que tiene que teletrabajar) y yo aprovecho para jugar un rato con Ponyo. A las 21:00 empieza Eurovisión, así que preparamos picoteo, nos apalancamos en el sofá y comenzamos a disfrutar de la velada. El resultado ya lo sabe todo el mundo: Ucrania ganó gracias al voto popular (principalmente solidario por lo que acontece en Europa), Españita quedo tercera con el tremendo culaso baile de Chanel (siempre defenderé que hubo tongo en el Benidorm Fest y deberían haber ido las Tanxugueiras, pero la chiquilla se comió el escenario, todo hay que decirlo) y Serbia y Lituania merecían muchísima mejor puntuación, pero ok, ya sabemos que Eurovisión acierta lo justito. Luego nos pusimos una peli de Historias de miedo para contar en la oscuridad (2019), con la que yo me fui quedando sopa, y cuando teminó, finalmente nos fuimos a dormir.
El domingo fue un día de caminar a tope. Por la mañana, mientras sacábamos a pasear a Ponyo, a Alexei y a mi nos dio el venazo y nos fuimos por libre a visitar un antiguo búnker estadounidense de la segunda guerra mundial. Solo se podía observar por fuera, así que un poco mñeh ver solo un armatoste de hormigón, pero cerca había una libreta para dejar notas a otros excursionistas, así que yo hice un dibujito y Alexei escribió un bonito texto. Después llegamos a casa, cogimos provisiones y nos fuimos de excursión andando con Chicho y Lidia hasta Pietersheim, un parque to grande con mucho bosque y restos arqueológicos de un antiguo castillo. Me llamó la atención que el bosque estaba señalizado con una especie de duendes, cada uno con su propio diseño, función y personalidad, que acompañaban los espacios preparados para jugar o pararse a almorzar. Luego llegamos a lo que parecía ser una granja o refugio turístico de animales e improvisamos un pícnic por allí cerca, donde más se le antojó a Lidia. Tras la comilona, hicimos el viaje de vuelta a casa. Fue llegar, pegarnos una ducha y dejarnos caer derrotados en el sofá. Luego pedimos algo de cena a domicilio (yo me pedí una cosa intermedia entre pizza y calzone de cuatro quesos muy rica) y nos pusimos la peli Nocturne (2020), que podría resumirse como una hija bastarda de Whiplash (2014) y Cisne negro (2010). (Esta me gustó más que la otra, así que a pesar del cansancio no me dormí).
El lunes era el último día, así que aprovechamos la mañana para recoger el piso y nos fuimos un poco de turisteo comercial por Maastricht. Paseamos por las calles con las tiendas, entramos en una especie de Fnac que estaba dentro de una antigua capilla (?) o algo así (tenía unas bóvedas nervadas de piedra to altas) y yo me fui a perderme un poco por las calles mientras ellos decidían a donde ir a comer. Al final acabamos en el «With Love Burrito» donde, a pesar de no tener yo mucha hambre, me convencieron de pedirme el JESUS, un tremendo burrito GIGANTE (no había tamaño pequeño, solo grande) que llevaba DE TODO, y que estaba MUY RICO pero por el que CASI EXPLOTO. Mi mentalidad de pobre, que me incapacita tirar comida, hizo que aguantara hasta terminármelo, pero realmente hubo momentos en que llegué a pasarlo mal (el calor combinado con el toque picante, y que mis colegas decidieran continuar la marcha mientras me lo comía, no ayudaron tampoco). También me pedí un refresco raro que Lidia insistió que estaba asqueroso y que por eso tenía que probarlo. Creo que llevaba rábano o algo así, pero tenía un regusto cítrico, como un refresco de limón. No sé, a mí me gustó, estaba rico. Finalmente, nos encaminamos hacia la parada de bus y allí nos despedimos de Chicho y Lidia. Llegamos al aeropuerto, Alexei tuvo que atender una reunión de trabajo insufrible desde el móvil porque su jefe es gilipollas, nos retrasaron el vuelo y nos pusimos a charrar sobre cómics y proyectos personales. Después subimos al avión, el viajecito normal, llegamos a Alicante, nos recogió mi tío y ale pa casa.
En retrospectiva, un viaje muy chachi. Ojalá pudiera haber durado más, para no ir con tanta prisa y ver más cosas (mucho campo y poca urbe), ¡pero así es el modelo turístico de hoy en día! A ver si con la pinche crisis climática se comienza ya a invertir más en redes de trenes (cómodas, baratas y eficientes) que sirvan como una alternativa accesible de transporte internacional (especialmente de los increíblemente contaminantes aviones), y de paso, aprovechamos el inminente colapso del capitalismo para abolir el trabajo asalariado, redistribuir la riqueza y tener así más tiempo para el ocio. ¿Quién se apunta?
#ElonMuskEsGilipollas #VivaElFediverso
Pues como ya suele ser habitual, el señor multimillonario con la madurez emocional de un troll adolescente de 4chan, la ha vuelto a liar en Twitter. Más bien la ha liado CON Twitter. Y es que allá por abril, este adalid de la libertad de expresión (y de sacarse el pene) al que tanto le preocupa que «les wokes» le censuren a él y a su cuadrilla de nazis neoliberales, le lanzó una oferta de compra al consejo de administración de la plataforma del pajarito azul. Tras un toma y daca de negociación durante varios días, y algo de alarmismo por un lado y de celebración por el otro, Twitter aceptó cerrar el trato por 44 millones de dólares. Pero, por supuesto, la historia no acaba aquí. Con la compra ya en proceso, Musk se pone tiquismiquis y comienza a marear con que hay muchos bots, que la estimación del 5% que le da Twitter es falsa, y que si no le dan acceso a más datos, pues que se planta. Y cuál rabieta de niño chico, finalmente así ha sido. Ahora la movida está en que Twitter le va a denunciar para obligarle a cumplir el acuerdo de compra, e imagino que Musk hará todo lo posible para escaquearse o hundir el valor de la compañía para que le salga más barato. ¡Nadie se podría imaginar tal traición de alguien que tiene antecedentes de manipular la bolsa, de especular con criptomonedas y de ser una mierda de persona (así, en general)!
Pero no compremos el relato de que aquí Twitter es bueno y Elon es malo. Debajo de la capa de discusiones sobre la libertad de expresión, la moderación de contenido y la presencia real o no de usuarios, subyace lo que realmente nos debería preocupar: las plataformas que utilizamos para informarnos, expresarnos y comunicarnos pertenecen y están controladas por grandes oligarcas que se lucran con nuestros datos a la par que nos manipulan, ¡y no tiene por qué ser así!
Si algo bueno nos ha traído toda esta movida del gilipollas de Elon ha sido que Mastodon ha alcanzado mayor visibilidad (llegando a petar algunos servidores debido a la avalancha de nuevos usuarios xdd). ¿Que qué es Mastodon? Pues una red social de código libre con una experiencia de usuario muy similar a Twitter, pero con una estructura federada descentralizada que permite a sus usuarios autogestionarse sus propios servidores a modo de «instancias» (cada una con sus propias propiedades técnicas y reglas de moderación) que funcionan como núcleos que se conectan entre sí (o no) para crear una red más grande. Además, Mastodon forma parte de una estructura aún mayor de plataformas alternativas conocida como Fediverso, en la que todas pueden interactuar entre sí y compartir contenido entre ellas, ¡así que puedes escoger la que más te guste sin que ello te impida a interactuar con usuarios que estén en otras! Puedes probar Diaspora (rollo Facebook), Pixelfed (rollo Instagram), PeerTube (rollo YouTube), Funkwhale (rollo Spotify) o Pleroma (también rollo Twitter), entre otras.
Si os apetece leer más sobre el tema a modo guía, en abril escribí un hilo en Twitter bastante completo y didáctico sobre qué es Mastodon, como funciona y como se usa. Mi intención era currarme un artículo aquí en el blog hablando del tema, pero como no creo que de momento tenga el tiempo para hacerlo, os tocará conformaros con el hilo.
Apaños caseros
¡Maldita sea la obsolescencia! Tanto avance tecnológico y tanta ostia para que al final las cosas se sigan estropeando y la única solución sea tirar el viejo y comprar uno nuevo. Menos mal que hay peñita como yo, inconformistas del tiralotodo y con ansias de reparar, a los que puedo acudir en busca de sabiduría en internet cuando tengo algún problemilla.
A principios de mayo, en casa comenzó a fallar el panel LED que tenemos instalado para iluminar la cocina. El problema es que le costaba encenderse, y aunque en algunas ocasiones sí conseguía arrancar y estabilizarse, la mayoría de veces entraba en un bucle de parpadeos que parecía eso una rave. Tras investigar un poco, el diagnóstico tenía pinta de que la falla se encontraba en el driver/transformador, el cacharro que se encarga de convertir los 220 voltios de electricidad alterna del enchufe en los 60 voltios de continua que necesita el panel LED. Antes de comprar uno nuevo, mi impulso de manitas electrónico fue querer sustituir el componente interno estropeado a ver si así el aparatejo volvía a rular. En algunos foros y videotutoriales veía señalado que el problema podía deberse a un capacitor/condensador en mal estado, pudiéndose solucionar sustituyéndolo por uno nuevo. Total, que me puse manos a la obra con el soldador y el multímetro, desoldé los dos condensadores de la placa, los medí y… no parecían estropeados. Aun así, como uno me daba una medida un pelín sospechosa, compre un condensador de repuesto (cuestan céntimos en cualquier tienda de electrónica) y lo sustituí. Nada, el driver/transformador seguía fallando. Punto para la obsolescencia. Mi única alternativa entonces era pillar un driver/transformador nuevo. Tras contrastar en internet qué opciones tenía, ver que era un cacao y no fiarme un pelo de la calidad de las opciones más económicas, hablé con un colega que trabaja en una tienda de luces para ver qué me aconsejaba y me vendiera uno. Fue enchufar el panel con ese y ¡voilá!, se hizo la luz (sin parpadeos). Mi conclusión es que mucho LED y mucha ostia, pero al final se las apañan para que se sigan estropeando las cosas. A ver lo que dura el nuevo driver/transformador…
Como los problemas no vienen solos, poco después se estropeó una de las tablets que usan mis padres: una BQ Aquaris M10 FHD que no conseguía iniciar, se quedaba en un bucle infinito intentando arrancar el sistema operativo (con un cartelito de «Android se está iniciando…»). Total, que como en software si estoy algo más versado que en hardware, me puse a cacharrear directamente a ver que apañaba. Pulsando las teclas POWER y VOL+ conseguí acceder al Recovery, un panel que sirve para resetear la tablet al estado de fábrica, hacer copias de seguridad… Como ya me veía que no iba a poder hacerla arrancar en el estado que estaba, realicé una copia de los datos en una micro SD y la formatee consiguiendo que volviese a funcionar como nueva. Podría haberlo dejado ahí, pero ya que estaba, como la tablet es viejita y lleva mucho sin recibir actualizaciones oficiales (más que nada porque BQ se fue a la verga), investigué a ver si había alguna distribución desarrollada por la comunidad y, equilicuá, existe una versión de Lineage OS con Android 8. Me metí en su grupo de Telegram y comencé a indagar un poco en mensajes antiguos para empaparme de cómo instalarlo todo y descargar los archivos necesarios. Tras pelearme bastante con la dichosa tablet y dejarla al borde de convertirse en un pisapapeles (le metí por equivocación el firmware de otro modelo y pues claro xdd), finalmente salí exitoso y ahora la tablet funciona como un tiro, ¡mejor que nunca! Casi me entraron ganas de cambiar la ROM de mi POCO F1, pero como mi máxima en estas cosas es «si funciona, no lo toques», mejor lo dejo tranquilito hasta que comience a fallar.
Ahora ya solo me quedaría arreglarme la bicicleta, que a la pobre la tenía abandonada en el trastero desde que me saqué el carnet de conducir y hace poco se me ha antojado volver a desplazarme a golpe de pedaleo. Por lo que he podido ver, tiene la cadena oxidada (sin llegar a obstruir el mecanismo) y las marchas no están bien ajustadas. La rueda trasera también baila un poquito (tal vez sea del eje, tal vez por algún radio destensado…), pero aún nada preocupante. Suerte que tengo a mi colega Rick que sabe mucho más que yo sobre el tema de reparar bicis y ya me ha dicho que me echará una mano arreglándola. Ya me veo este agosto pedaleando con la sintonía de Verano Azul de fondo.
Película: Todo a la vez en todas partes / Everything Everywhere All at Once (2022)
No sé si últimamente habréis prestado atención de la cartelera o a la crítica de cine, pero hay una película que ha sido un bombazo (ha entrado de cabeza en el top 10 oficial de Letterboxd) que es Todo a la vez en todas partes (2022) y que no me voy a cansar de recomendar. Seguramente ya no la pilléis en cines, pero en cuanto la saquen en alguna plataforma de streaming (o si os da igual piratearla), haceros un favor y vedla.
De todas formas, seré precavido y remarcaré que seguramente no sea una peli para todo el mundo. Su ciencia ficción no es ni sesuda ni clara ni consistente; el humor, in crescendo hacia el absurdo, puede llegar a sentirse infantil y gratuito; algunos elementos del film, como pueden ser las coreografías de acción, beben de un estilo cinematográfico oriental que para algunas personas puede sentirse sobreactuado; y ante tanto artificio narrativo y decoro visual, entiendo que su estructura pueda llegar a ser confusa o marcar un ritmo no apto para mucha gente. Más allá de eso, me cuesta encontrarle algún defecto. Bueno, que dura dos horas y pico… si no entras en su dinámica puede ser un suplicio, pero a mí, que me encantó, se me pasaron volando.
La palabra que mejor describe esta película es pastiche (¡en el mejor de los sentidos!). Combina TANTAS cosas (¡y tan bien!) que se me hace difícil enumerarlas. En esencia, se trata de un drama familiar con un conflicto que surge de los sueños marchitos, las expectativas frustradas, la falta de comunicación y el miedo al relevo generacional, lo cual se adereza con una increíble crisis existencial nihilista, en forma de loca aventura de multiversos, en la que chocan dos posturas: nada importa y todo importa. Ejecutada con una maestría apabullante, la película es una montaña rusa de emociones y sensibilidades que no para de pisar el acelerador hacia un objetivo claro: sanar heridas. Primero te hunde en la más absoluta miseria para luego sacarte de ella a carcajadas y rematarte haciéndote llorar como una magdalena con una sonrisa (y ojos saltones adhesivos) en la cara. No es fácil de explicar, pero fuá chaval, tremendo viaje. Una bocanada fresca y alegre de esperanza.
Si ya la habéis visto y os ha molado, o simplemente no os llama lo suficiente, también os recomiendo ver Swiss Army Man (2016), de los mismos directores. Igual de introspectiva, igual de graciosa, pero esta vez sobre una amistad entre un náufrago y un cadáver flatulento. De verdad que no os decepcionará.
Carteles a tutiplén
Este junio ha sido mi mes de dibujar carteles.
Para empezar, el cartel de la primera Meriendraw Alacant: una quedada de artistas organizada por artistas con el objetivo de pasar la tarde charlando, dibujando y merendando. El concepto es el mismo que el de las Meriendraw de Valencia, en las que por cierto también colaboro y a quienes pedí permiso para usar el mismo nombre. Al ser la primera edición también, tuve que crear los perfiles de las redes sociales (Twitter e Instagram) y un canal de Telegram por el que hacer una difusión más directa (y que se puede consultar como si fuese una web, sin necesidad de ninguna cuenta). También diseñé un pequeño logo para usarlo de imagen de perfil y que aproveché también para hacer chapas y pegatinas que vendí para costear gastos de la quedada (comida, bebida, local…). La verdad es que estuvo muy guay y la idea es repetir cada mes, ¡así que si estáis por Alicante seguidnos en redes y animarsus a venir a la próxima!
El segundo cartel fue para les Fogueres Populars i Combatives d’Alacant, un evento autogestionado por varios colectivos de la ciudad que buscan darle un enfoque más de barrio y políticamente crítico a la celebración de Hogueras. Dura varios días y en ella se celebran diversas actividades como charlas, conciertos, cenas ¡e incluso su propia hoguera en la playa! La temática de este año giraba en torno a la temática de «ciudad sin ley», de ahí el rollito a lo viejo oeste entremezclado con la icónica «bellesa» de Alicante y el caos originado por las llamas. En El Salto le dedicaron un artículo bastante extendido por si queréis leer un poco más de información. En general estuvo todo muy guay (excepto el chaparrón que les cayó a Cultivepà, que les jodió el pedazo conciertazo que se estaban marcando). ¡A ver si el año que viene repito y me involucro un poquito más!
El tercero y último fue para participar en el concurso del cartel de Moros y Cristianos de Mutxamel (mi pueblo), del que ya puedo anunciar que ¡soy el ganador!, aunque no puedo enseñar públicamente el diseño hasta el 6 de agosto (os tocará esperar un poco más para verlo). Lo gracioso de esto es que ya gané en la última edición, la de 2019 (las dos siguientes se suspendieron por la pandemia), así que me pilla un poco de sorpresa porque no esperaba ganar de nuevo. Ahora ya solo me queda hacer el paripé de presentar el diseño en el ayuntamiento, cobrar los 1000€ (menos impuestos) del premio y fardar en el portfolio.
Clase trabajadora: sí soy
Pues como ya lo comenté en Patreon, ¡he comenzado a trabajar en un restaurante de ramen! Casualidades de la vida, me topé con el cartel de que buscan personal cuando fui un día a comer con mi amiga Carmen (de las clientas más number one que tienen), pregunté, eché currículum y ya me veis ahora, ¡sirviendo ramen a la gente!
Lo curioso es que en realidad, a pesar de que eché para camarero, al principio me pillaron a media jornada solo como Community Manager (trabajazo al que estoy más acostumbrado y que puedo hacer en pijama desde casa), pero como estoy en lo de la garantía juvenil de la Cámara de Comercio de Alicante y para cobrar una ayuda de los fondos europeos hace falta que me hagan un contrato a jornada completa, pues me han pillado también de camarero (solo por las noches).
¡De momento está siendo todo muy guay! Sí es verdad que hay un poco de lío porque justo acaban de abrir un local en Elche (en el que trabajo yo), pero me llevo genial con los compis, la clientela hasta ahora está siendo majísima, estoy aprendiendo a desenvolverme en el sector de la hostelería ¡y puedo cenar cosas riquísimas del ramen cada día! En cuanto a lo de CM, no solo me encargo de tratar por Instagram con la gente, sino que estoy echando una mano en perfeccionar el diseño de la web y tal vez incluso diseñe una mascota para la marca.
¡Hasta ahora ando muy contento e ilusionado con la experiencia! Lo único malo es que ahora dispongo de menos tiempo para mis cosas… ¡PERO ME PAGAN! Así que compenso la falta de tiempo con poder adquisitivo. Tal vez ya tirando a invierno me cambien el contrato de nuevo a media jornada y disponga de más tiempo, ¡o quien sabe!, tal vez me hagan CM a jornada completa y tenga que estar a full en redes. En cualquier caso, me mola lo que estoy haciendo y las oportunidades que se me presentan.
Y bueno, ya está. Gracias por leeros todo el tocho y ya os seguiré contando mis movidas cuando pueda (aunque ahora con el trabajo no sé de donde voy a sacar el tiempo xdd). Tened un feliz y no muy caluroso verano, y nos leemos en poder.
¡Chauuu!
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